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'-53- señores Vi"er r Obispo r quan enconados están los ánimos r la poca es– peran~a que ay por acá de remedio para los daños que se padecen ~i su Magd. no toma remedio con estas diferencias. Suplicamos .a V. Exc.• mande oyrle y darle entera Jee y credito en lo que de nuestra parte propusiere r disponer el breve r \buen d,espacho de este negocio haciéndonos la merced que acostumbra.-Guarde Dios a V. Exc."n La dirigida a Redin para que se encargase del asunto es la siguiente: «El Señor Don· /oseph de Donamt>ría dará cuenta a Vd. del estado en que se halla esta ciudad, que es arto desdic:hado :r las novedades que cada dí ti se esperan que sin duda serán mucho mayores si su Magd. no provee de el deuido remedio. Vmd. interesa mucho en que se sosieguen estas dife– rencias y por lo que pueda obrar en esta parte la inteligencia y cuidado de Vmd. nos (}, Parecido remitirle este despacho que es en creencia de lo que Vdm. informará de palabra a los Señores Conde-Duque, Presidente de Gas· tilla r Nuncio de Su Sanctidad. Suplicamos a Vmd. nos haga merced de tomar por su quenta este negocio que será de mucha estima~ión para este Rerno. Guarde Dios a Vmd.» (1). No anduvieron equivocados los diputados <l.el Reino en confiar el despacho a la inteligencia y virtud del Barón. Fué tal la dili· gencia en cumplir su cometido que para fines de julio de 1636 la Cámara se dirigió al Obispo de Pamplona, pidiéndole que absol– viese sin dilaciones «ad cautelam» ai Virrey y demás personas que habían incurrido en la censura de excomunión. Hízolo así el Prelado y <l.e este modo se dió término a un incidente que tantos . disgustos y sinsabores había producido. Así contribuyó Redín a la pacificación de los ánimos en su ciudad natal. . (l) Arch. ~itado. lbid. ·.
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