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CAPITULO VII REVESES Y T1UUNFOS Melido e'ii la ratonera.-El Virrey de Panamá se porta correcta– mente.-¡ Magnifica presa! -Se reconcilia con Olivares.-Acertatla intervención en los asuntos que le encomiendan. Era Virrey de Panamá desde 1628 el Conde de Chinchón, an– tiguo amigo de Redin, como compañero de armas suyo que ha– bía sido. Este fué el motivo de que Redín escogiera a Panamá como término de su fuga. Pero el de Chinchón había recibido órdenes urgentes de apresar a don Tiburcio y enviarlo preso a España sin dilación. Chinchón, que era gran admirador de su antiguo colega, sintió mucho tener que ser el ejecutor de tan enojoso ¡mcarg{), así que buscó ia manera de cumrplirto evitando ar detenido el bochornoso espectáculo de ser enviado a España cargado de cadenas, como un vulgar malhecho11. Mandó llamar a don Tiburcio y le hizo la pro– posición de enviarlo en calidad de capitán del buque en que mar– chaba .prisionero. j Peregrina idea! Solamente exigió a Redín que le diese su palabra de honor de que no se había de aprovechar de tan extraordinaria muestra de confianza para intentar la evasión. Don Tiburcio (qué hacía gala de la virtud de la caballerosidad) se la dió,. mientras revolvía en su magín el plan de borrar con un hecho sonado ]¡¡ animosidad que en contra de él se había susci– tado .en la Corte. El Virrey le previno que la travesía era peligrosa, pues había noticias recientes de que los holandeses andaban a la captura de los galeones españoles que, cargados de oro, regresaban a la pen– ínsula. Esta advertencia .bastó para que se plasmara en la mente del Barón la idea salvadora. En efecto, Chinchón le dió a elegir la nave que le pluguiera y él prefirió la más pesada y la cargó de lastre para más excitar la ) -~· .J
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