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-49- hacia ·los caballos, cortó a saMazos los tirantes que unían Cllfruaje y corceles. La carroza quedó clavada sobre el pavimento. A punto estaba ya el Real Privado de sacar la cabeza por la ventanilla para r.eprender al cochero por aquella súbita detención, cuando se encontró con .el rostro de Redin, quien junto al estribo del coche, con el sombrero en la mano, pero echando fuego por los ojos, le dirigió varias frases fuertes, echándole en cara su tar– danza y el que no hubiese dado cumplimiento a los repetidos de– cretos que tenía del Rey, ni haberle concedido una sola audiencia en tan largo tiempo como hacía que venía solicitándola; y se des- . pidió conminándolo con que «si Su Excelencia no trataba de des– pacharle luego, se retiraría a su casa>J. Es de suponer la indignación def Prümer Ministro ante tamaño • desafuero. Pero conocedor como era del carácter de do.n Tiburóo, no sólo simuló oírle con calma, sino que l.e pr~metió que en cuanto llegasé a Palacio daría las oportunas órdenes para el despacho del asunto. Redín hizo .una venia y desapareció, mientras cochero y lacayo se esforzaban .por poner al coche en estado de marcha y el Conde– Duque amenazaba reventar de mal contenida indignación. En cuanto el favorito llegó al Palacio Real, por primera provi– dencia ordenó la detención inmediata del asaltante, a quien pensa– bá imponer severísimo castigo. Mas don Tiburcio, en previsión de lo que se le venía encima, supo burlar a los esbirros de Olivares, marchando a Cádiz, en donde embarcó para Panamá. ·

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