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-40- tida en fortaleza y bien provista de baterías, empezaron · éstas a cañonear al buqu.e encallado. La situación de don Tiburcio era crítica. De un la_do, los na· víos ingleses, del otro los fuegos de la fortaleza, y sobre estos dos críticos trances, el buque varado. Pero no perdió la sereni· dad; con una presencia de ánimo que infundió valor a sus ma· Pinos, desesperanzados ya por encontrarse en tan crítica situación; logró poner el navío a flote, mientras al mismo tiémpo no dejaba de contestar a los fuegos de la isla y navíos. Los demás buques españoles se batieron también a perfección, viéndose la escua· dra inglesa obligada a retirarse, con sensibles pérdidas. Quedaba realizado el objeto de la expedición española, pero a Redin se le antojó la idea de sacar más partido de la victo_ria, apode!lándose de la isla, cuyos defensores tanto le habían hostilizado cuando varó el buque que él capitaneaba. Al efecto se presentó a Oquendo y le propuso apoderarse del castillo de la isla, ofreciéndose él mismo a realizarlo si se le proporcionaba algunas lanchas de desembarco. Oquendo dudó al principio, pues la conquista de la isla no entraba en el plan a efectuar; pero le agradó la idea, dió su beneplácito a la proposición y mandó atacar la isla. Don Ti– burcio asaltó la fortaleza, entregándose los 200 ingleses de que se componía la guarnición. Prosigue la campaña triunfal del héroe navarro. Se hallaba sitiado el Duque de Medina Sidonia en la for– taleza de la Mármara. Marchó desde Sevilla don Tiburcio, paM introducir socorros en la plaza, cosa que consiguió tras repetir una v.ez más los extraordinarios alardes de su valor. Junio de 1633. Se encuentre ya don Tiburcio en Jos treinta y cinco años. El maestre de campo don Luis de Roxas, jefe de la expedición española, le encomienda hacer la descubierta en cl d~mbarco de la isla de San Cristóbal; ia empresa que ile enco– mendaba era poco grata, pues dada la fragosidad del pa'raje, el enemigo, sin ser visto, podía tirar a mansalva sobre los asal- , tantes. Había que cru.zar un imponente desfilade11o y tomar una posición donde .sostenerse hasta la llegada de .refuerzos. Redín; al frente de las vanguardias, se metió con resolución por el bo– quete, pero sufrió gran cantidad de bajas, ya que los franceses, apostados a ambos lados de ia ganganta, le hostilizaron vigorosa– mente. También él cayó herido con dos balazos de mosquete, uno en el pecho y ot110 en el brazo; pero haciendo un supremo es· fuerzo, aún tuvo fuerzas para animar a los supervivientes, tomar el objetivo y fortificarse en él. Al rayar el alba llegaron tropas de refresco. Con ellas rompió de nuevo la marcha, y aunque el !
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