BCCCAP00000000000000000000247

-39- Poco tiempo después, mandando un pequeño buque de la es– cuadra del General Vallecillo, salió de Lisboa y tuvo que habér· selas. con una docena de navíos ingleses, a los que puso en com– pleta dispe11Sión. En esta acción volvió a caer nuevamente herido. Repuesto de sus heridas, pasa en 1628 a las órdenes del Du· que de Medina Sidonia, quien en certificado de diciembre de 1628, dice textualmente: «Que don Tiburcio de Redín comenzó a ser– vir a 5u Magestad desde muchacho con la aptitud que es noto· ria», etc... Cuando el famoso Almirante Oquendo conqaistó la isla de Las Nieves, fué Redín su más eficaz ayuda, tocándole batirse con– tra nueve navíos ingleses. Habiendo regresado a Lisboa, volvió a ha<?erse a la mar en el galeón «Nuestra Seño:m de Atocha», bajo las órdenes del mis– mo Oquendo. Se trataba de salvar a un galeón español al que dos buques ingleses habían ya desarbolado. La oportuna llegada de don Tiburcio salvó al galeón, huyendo los ingleses, tras breve, pero dura refriega. Pero los enemigos de España eran muchos y fuertes, y había comenzado la decadencia del imperio colonial español. Aquella extensión de nuestras colonias, que hizo decir a Carlos V que en España no se ponía el sol, comenzaba a desmoronarse. Sin em· bargo, el 'león hispánico no se entregaba sin iucha y pudo ofrecen al mundo el índice glorioso de sus hazañas, aunque reyes y vali· dos, con su ineptitud y despreocupación, fuesen demoliendo pie– dra a piedra, a lo largo de este siglo XVII, el hermoso edificio es· pañol gloria del Siglo de Oro.. Proyectóse una expedición a las Antillas menores.. Se enco– mendó el mando supremo de la flota del Océano al Almirante General Oquendo, quien llevaba a sus inmediatas órdenes al Ge– neral Vallecillo. El capitán Redín mandaba el buque llamado «Jesús y María», formando parte del Estado Mayor de Oquendo. El objeto de la expedición era batir la escuadra inglesa, surta por aquellos parajes. · Llegada la escuadro española a la altura de la isla de Las Nie– ves, toparon con la escuadra inglesa, que, muy superior en nú– mero y en correcta formación, se preparaba a la lucha. No -tar· ~a.ron en cruzarse las primeras andanadas. El «Jesús y Mama», en que iba Redín, se batía con verdadera desesperación, acosado por fuerzas superiores; pero tuvo la desgracia de encallar a poca distancia de la isla, pues abundaban los bancos peligrosos. Como la isla estaba en poden de los ingleses y tenía una altura conver·

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz