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-33- corte de alcaldes y acuerda dirigirse al Rey, rogándole se digne indicarles la actitud que deben tomar ante los continuos desacatos de que eran objeto por parte de Redin, y al mismo tiempo solici– tan un severo castigo para el perturbador. Este, en vista del mal sesgo que tomaban los acontecimientos, huyó de la Corte a Sevilla y desde allí dirigió una carta a Felip.e IV, en la que, después de explicarle el suceso, solicitaba su regio perdón. El Rey sonrió ante la carta de Redin. « ¡En qué compnomisos me pone este hombre! Me voy a ver obligado a castigarle»-repetía. Pero le agradan muy de venas los lances de don Tiburcio y no duda en perdonarle, aun a trueqlltl de disgustar a los alcaldes. Así que contestó a éstos diciendo que aunque la queja la veía muy justificada, el suceso era una nueva prueba del valor de Redin y que le sería difícil encontrar soldado de igual bravura, y que en cuanto al castigo del culpable, corría por su cuenta. Lo cual era, naturahnente, echar tierra encima al asunto. No escarmentó don Tiburcio. Dos nuevos lances vinieron a re– crudecer la antipatía-¡y el miedo!-que hacia él sentían los agen-. tes de la autoridad. Paseando con tres compañeros una noche por Madrid se en· contraron de manos a boca con la ronda de un alcalde de corte que.se apellidaba Beas Vellón. Este, a<l notar que alguien se mueve entre las sombras, pregunta: -¿Qué gente va a la justicia? -¡Soldados! -contesta Redin. -¿Qué soldados? -Don Terencio, don Fulgencio, don . Férmin y don Tiburcio .de Redín. • Beas entonces los conoció en la voz, y por hac.er un chíste, exclamó: -Tanto tin, tin y tin parece jenigonza. Pero el Barón no estaba aquella noche para bromas, así que' rugió con voz de _trueno: . -¡Voto a Cristo! ¡Qué más jerigonza que llamarse Beas Vellón! -Osado atrevimiento el que tratéis así a un ministro del Rey. ¡Daos al Rey! · -Más de veinte años hace que le estoy dado, pero ahora lo que os voy a dar es una paliza. . Y sacando·la espada, así él como sus tres satélites, se lanzaron todos cuatro contra alcalde y alguaciles, quienes para evitar algo desagradable juzgaron lo más prudente tomar l;~s de Villadiego.

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