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-:-116- ' . Era el 31 de agosto de 1651. Contaba Francisco cincuenta y cuatro años de eda~. · ' · Y como «el que se humilla será ensalzado», Dios permitió que · aun en este mundo fuese glorificado su siervo. En. efecto, a los pocos momentos de su muerte, fué tan grande el número de personas que disputaban la posesión de algmi.a reli· quía suya,- que los dos capuchinos que le asistieron se vieron obli· gados a desp()jarlo del hábito y distribuin sus fragmentos a la mu· chedumbre. . Y mientras ·Montano, Bravo de Acuña, Radillo y Maldonado portaban con emoción su éadáver y la artillería de la plaza y la de los barcos surtos en el puerto saludaban con una salva real el paso del fúnebre cortejo, inmensa multitud lo seguía, llorando mU· chos y reflejándose en los rostros de todos ese tinte de tristeza que marca la pérdida del ser más querido. . Aquel cuePJio que tanto trabajó en el servicio dei Rey ,de los Reye¡¡, fué sepultado en la iglesia de La Guayra, y en aquella tierra americana 1$peran sus restos mortales el día de la resurrección de la came.

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