BCCCAP00000000000000000000247

. ~·t ¡ [' rr ' CAPITULO XIX EL GRAN VIAJE Otra vez en el. mar.--Serenidad ante los peligros.-Amor que tenía .al hábito capuchirw.-La enfermedad.--Con un leño por almoha– da r por cobertor un saco.-Bajo el sol del Trópico.-Alegría. en el dolor.-Un CW!rpo para la tierra r un alma que sube al cielo.- El que se numilla será ensalzado. Embarcó Fr. Francisco en el puerto de Cumaná ell5 de agos· to de 1651. En buena compañía partía el misionero. Hacía el viaje lll) el barco que mandaba don Juan de Montano, avezado marino que antaño había militado a las órdenes de don Tiburcio y que le seguía profesando gran amistad y admiración. Iba también en el mismo barco don Diego Radillo y Arce, gobernador de Antioquía y persona de gran honradez 'y religio– sidad. Penosa y difícilmente comenzó la travesía, pues el tiempo se mantenía duro. Era Montano hombre de gran valor y serenidad y. tan acos· tumbrado a las luchas contra los elementos que poco había que pudiese admirarle. Pero admiraba a su antiguo capitán al verlo horas enteras pa· seando tranquilamente sobre cubierta, mientras meditaba o rezaba, sin evitar el agua que caía ni darse por entendido siquiera. ,Montano y Radillo lo contemplaban un dia, en la forma que acabamos de describir. -¡Qué alientos los de este hombre! -insinuó Radillo, con ad– miración. -¡Os juro, don Diego, que a no conocer como yo conozco' la virt·ud que posee, lo creería un necio alarde de vanidad, pues su temeridad no puede atribuirse a desconochiiiento del peligrQ! . .Y el capitán. Montano, al deeir estas palabras, no apartaba sus ¡ ·) . 1':::· ~··

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz