BCCCAP00000000000000000000245

- ~!j- medioevnlns, pues solo de esa manera llegará á darse cuent.n <lo la intluencia que el cristianismo y la litera– tura ( l r·ioga pudieron ejercer en los ánimos de los fieles y <loe Loros de Occidente. Y una cosa demuestra la His– t.ori:t y es, que en Occidente, antes del siglo XI no se encuentran vestigios de la fiesta de la Concepción In– maculada de María; y si ya en el siglo IX aparece la fiesta en el calendario de la Iglesia de N ápoles, es por– que estaba entonces sujeta al Imperio Bizantino. A qué se debe esto? á nuestro pobre entender á varias cansas, intrínsecas unas y extrínsecas otras. La Iglesia Griega á partir del siglo IX en que Focio la separó de la Iglesia Romana, había perdido para los Occidentales ese destello de divinidad que resplandece en la Iglesia de Jesucristo; los Occidentales creían que los Griegos no solamente eran rebeldes á la Santa Sede, sino que habían corrompido parte de la doctrina tradicional, así que sus opiniones no podían ejercer una influencia decisiva en el ánimo de los Occidentales: Además parece deducirse de las controv•~rsias suscitadas en Occidente, que no tenían conocimiento de las creencias de la Iglesia de Oriente, pues ninguno usa como argu– mento en pró de su opinión las creencias del pueblo Griego; antes al contrario se atreve á decir S. Bernar– do, non commendat antiqua traditio. Otra de las causas que entorpecieron en Occidente el desenvolvimiento de este misterio fueron las contro– versias pelagianas. Rs cierto que en los cuatro primeros siglos nos pre– sentan los Padres de Occidente, á María lo mismo que los l'ndros do Oriente; •como nueva Eva, corredentora del gémwo humwno, .<antrt, llona de gmcia, (l ) priro si en Oriento b lwrogía do Nnst.nrio nlist.<"o las fu•w;,as cris– tianas y forndo 1111 """'l"u:f,o y agii"ITÍdo oj{·.r·cito en defensa de María y so nstwliar·o11 s11s grandoz:ts, avan– zando directamento h(u:in ni ¡wioil,_qio .<rt!fl'ttdo 1lo María; en Occidente la herogí:t dll l'ol:tgio, hizo <JUe todas las fuerzas se aunaran pnm nsL1thloeor la existencia del (1) CARO. NBUWMAN Opus. cit. ibld --l.r·: BACI! EI.ET. vol. 11. p. 6.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz