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-49- Ese por lo tanto del nüm. 7, á nuestro pobre enten– der, estíL mal puesto; estas palabras le hacen ser con– secuencia rlel número anterior; y no es así; sino que el núm. 7, en el cual está toda la dificultad, debía ser la rmdm del número anterior; es decir, que el núm. 7 debía ocupar en ese proceso teológico el lugar del núm . 6. Porque el Sr. Larumbe quiere probarnos, que la In· maculada actual., histórica de la Virgen, es ante pra!Visio– nem peccati Adro, y la razón única y suprema para ello debía haber sido, que la primera gracia de María no pudo ni debió ser incluida en la ley común; de la cual ce debían desprender todas las demás consecuencias; pero, como el Sr. Larumbe no prueba, ni podrá jamás probar, que Maria Santísima elegida para Madre de Dios, no haya podido ni debido ser incluida en la voluntad de Adan; todas las demás consecuencias se disipan, toda sn lógica deducción se paraliza; no pueden pasar esa barrera q ue le pone la teología de Escoto, y caen y se deshacen. Porque ¿quién impide á Dios, que así como puede negar en absoluto la gracia, elija para su trasmi– sión el medio que más le agrade? La obra de Dios es solo la obra de la gracia, al hombre solo se debe el reino del pecado, si el hombre no hubiera libremente pecado no hubiera Dios previsto su pecado, ni hubiera ejer– cido sobre ól acciones de justicia y castigo; el pri– mer decreto divino respira por todas partes amor y ftllicidad; quiso hacer á todos dichosos y para eso elevó la humana natu?·aleza toda ella, no solo la de Adan, á un grado de sobrenatural perfección, queriendo que Adan al engendrar hijos engendrase santos; de aquí <¡ue ft1ese muy natural que todos sus hijos, incluso Maria al recibir la naturaleza de Adan, recibiese do él un <.Ion, '1 tltl aunque indebido, había llega!lo á ser pro– piedad de la naLttrale~a por voluntad o~pecial <le Dios. Y María, <lieo 1:. teología frnnci~cuna, elegida por Dios para ser Ht 1\ladro, indoperuliontomonte del pecado de Adan, pudo snr ineluitla, do hecho lo fué, y por eso perdió en Adan la primora gracia como los demás, y necesitó de la re<.leneiún como los demás; pero como

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