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- 102- hero de rescate, no es más perfecto en su eficacia, má~ noble en sí, y más glorioso para el rescatado? Siendo la inocencia perfecta un bien mayor que la remisión de la falta contraída, la gracia que preservó á Maria del pecado original, fué mucho mayor que la que sola– mente le hubiera purificado. ¡Pero, aquí no hay una verdadera redención! Falso, responde Escoto; esta es una redención preservativa, no tan solo una simple preservación. 'rodo el que natural– mente desciende de Adan y Eva, está en virtud de su origen, sujeto á la mancha original; esta deuda no puede soltarse, como tampoco borrarse el pecado ori– ginal, sino por la aplicación de los méritos de Cristo Redentor. En otros términos, naciendo María hija de Adan, debía ser concebida en el mismo estado que todos los demás miembros del género humano, muerta á la vida de la gracia, sometida á la servidumbre del pecado y del demonio, enemiga de Dios; pero el Verbo Divino velaba sob"l-e la que había de ser su Madre, E l la santi– ficó en el mismo instante de su creación, aplicándole también anticipadamente y de una manera más exce– lente y más digna del amor filial que le profesaba, sus propios méritos de Redentor; así puede en su Magnífi– cat proclamar á Dios su Salvador. María, pues, ha podido ser al mismo tiempo rescatada y concebida sin pecado. Pero una generación sin man– cha, no se halla en flagrante contradicción con la ge– neración humana de la Virgen? Cómo pudo su alma quedar sin pecado al unirse con una carne de pecado? Tal es la segunda objeción, cuya solución aborda Duns Escoto. Esta objeción debía parecer indisoluble á aquellos teólogos escolásticos de ésta época, que no distinguían claramente el pecado original de la concu– piscencia, ó que concebían á ésta como una cualidad viciosa que infesta directamente la carne y por esta se extiende al alma. El Doctor Sutil desembamzó perfec– tamente el terreno obstruido por estas ideas. Al igual de S. Anselmo niega y con razón que la concupíscencia sea una verdadera infección de la carneó un vicio po– sitivo. Aun suponiendo que tal fuese su naturaleza,
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