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i -n2- "'¡¡====~--~---··c_;occ ···-------·-·-· c·.c-· c,·..c·=== ,?' !i ¡J Lle pastorales exhortan; 1 o al pueblo, ú que hicie- , se incesantes votos por la pt·oc lamación dogmá– tica de tan venemndo miste ri o (t). Y no es que falten aut01·es, como el f'. Lucas \Vading-o y el 1 P . Pedro de 1\lva, harto conocidos en la hist01·ia de la Inmaculada , para que indique sus obras; 1 pero me he ele contentar con cita r ú la V. Agre-· da, porque me es imposi ble enumerat·los todos, pues como dice en s u histori a de la controversia l! el sabio jesuita P. Strozzi , mu erto en 1701: "La '1 ~~ ~ ,Or_den Franciscana ha hecho tan grandes tra- , baJOS, ha escrito tan gran número de volúme– ,, nes, ha asistido á tantos comb:1tes y conseguido l . , tan grandes victorias en defensa de ~laría In– , maculada, que esto más qu e ninguna otra cosa , ha hecho su nombre célebre y por demás ilns– .1 , tre. Y si queréis acometer la empresa, (prosi– ll' gue el docto jesuita) de contar los nombres ele 1 , los fran ciscanos, que con la pluma han defcn– i , elido la opinión piadosa, os diré con sobrada íl , raz6n, que es tarea tan difícil, como lo es el , ,.,contar las estrellas, que en una noche serena y 1 1 1 il , apacible tachonan el azulac o manto de la bó- 11 , veda celeste,, (2) . (1) Biografía Eclesiástica t. 8, p. 1.14'~: Gonzalez de Men– ji daza (Fr. Pedro.) 1 11 (2) Esta afirmación, que quizá pueda parecer exagerada, la confirma el doct!simo benedictino P. Montf.ucón, el cual 1 ,1!_' recorriendo la Italia por los años de 1698, visitó en Pavía la biblioteca del cab,•llero Beleridus, y quedó muy sorprendido 1', 1 . JI al ver que aquella inmensa colección de libros no se compo- J -.~c.c•·-=·.c.·c·o--.c~ .c.c.cc -.=~=•=~

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