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-91- pa ra defender con brío la sentenci:z f rancisca– na, que hacerse ellos mi smos ter cia rios francis– canos: en la segunda envía al P. Francisco de Sosa, á cuya muerte le sucede con honores de L egado extraordinari o, el P. Antonio de Trejo, ex-general de la 01·dcn y Obispo de Cartagena; \ 1 .,¡1 Y en la tercera hace i1· al Duque de Alburquer– que, pem a compañado d~: los fran ciscanos Vas– [, quez, Daza y VVading-o , que continúan su emba – ¡11 jada , durante el reinado ele Felipe JV: y si bien no consiguieron se prodamase dogma, consi– gui enm 4ue Pau lo V y (~regori o X V r enovasen las penas de S ixto J V , Alejandro VI y P ío V cont1·a los impugnadores de tan santo misteri o, imponiendo así silencio una vez mús {t los aclverc sarios de dogma tan sagrado (2) . Es a simismo otro hijo ele San Francisco, el P. Pedro Conza– lez ele Mendoza, Obispo de Gra na da , primer o; Arzobispo de Zaragoza, después; y trasladado más ta rde por Felipe IV á Sigüenza, donde la ll i¡ !1 11 ~ autoridad rel igi osa ejercía también la autoridad po_lí~i:a, el qu e encargado por el Soberano , e~- ll cnb10 all'apa (Paulo V) una carta Clrca rlejt- ,¡ n itioncm mystcriz Jmmaculaüe Conceptionis ii B. 111. Virginis, en la cual expuso la opinión de i[ España r especto á la Inmaculada, aduciendo en h su favor razones tan poderosas , que su carta fué [! admirada y elogiada por ]a Cu.-ia Romana: y no ': pa ró aquí su celo, sino que escribió g ran número ¡i !1 = ·l il li (2) Wadingo. O. M. Legatio Philippi 11/ el 1V. ó''=-c===~=~~c~o e-