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r~ 1 1 -74- ~ f 11 aquellos que osaran afirmar que era pecado mor- !1.1 tal creer en la Concepción Inmaculada de María, oir los sermones en que se exponían estas ve¡·- 1 , dádes, y rezar su oficio. Y á tanto debió llegar, que como aparece en los Capítulos Generales de las Ordenes Dominica y Franciscana, los principales estatutos se encaminaban á volverles ' 1 á la unión y caridad primeras, poniéndoles por modelos á sus dos santos Fundadores ... En este tiempo apareció el oficio de Bernardino de Bus– tis, que cual ningún otro entusiasmaba al pueblo, al leer en él la historia de los triunfos de María Inmaculada.--¿Y cómo los enemigos de la opi– nión piadosa habrían dejado pasar esta ocasión para desprestigiar á los franciscanos teniéndo– los por visionarios y engañadores del pueblo? ¿Cómo no acudieron á la Santa Sede pwtestan– do contra las mentiras qne bebía el pueblo re– zando el oficio inventado por ellos? A ninguno se le ocurrió semejante cosa; se han conservado sus obras llenas de dicterios soeces, y ninguno habla de la fábula inventada por Bernardino de Bustis. Es que en aquel tiempo, 172años despues de Esco- to, era para todos cierta y notoria esta historia. ¿Y qué, 172 años es demasiado para admitir un testimonio tan explícito y formal como este, ad– mitido por la Iglesia y propuesto á los fieles digno de crédito? ..... fl 11 cho y confirma-da más tarde por el Concilio de Trento y por 1¡ los Papas Alejandro VI, Pio V y Paulo V. li i; r,;P~-----=---=--~-::::_-:::.~-:::::::~-:::==--:-- ·- =====<t, .
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