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-133-- l ~aclo ¡~-~:·otnJs dioses . De.ac:f~u~ ni:;~1e:~ á--~~ 1 les ucristo su div:niclacl y, lo que es mús, no quie- 1 . t·a n sea el envi ado ele Dios. A Jesucristo , seg-ún · ellos, no le asiste ningún derecho para impon er- ![ nos su dOl:: ti·ina, y si pretend e que ésta sea acep– , tada por la humanidad; es un tirano, porque la 1 fe es la muerte de nuestra razón . Aun para los 1 racionali stas más moderados J esucisto no es más _¡! que un hombre, y si un os le admiran calificándo- le de saúio, de poderoso t n obras y en palrz– bras, otros le maldicen llamándole impostor é in{a1111! .- -Supuesta esta negación , síguese nece– sariamente la negaci ón de la autoridad de la Iglesia. La obra de J esucristo no ha merecido para los t·acionali sta s mús finas atenciones que su Fundador. Verdad es qu e unos fingen respe– tarla considerándola como obra de los Apóstoles, que por necesidad hubi eron de unirse para orga– nizarse en sociedad , pem otros,juzgámlola como obra de un ambicioso, no saben hablar de ella sino con injurias y denuestos. No siendo la Ig le– sia de instituci ón divina , carece por consec uen– cia de los poderes que se atribuye ; por lo cual es un venladero acto de despotismo el que ella pn1cti ca a l presentar ú la humana inteligencia proposici ones que debe ahmzar como verdades indiscutiblcs.---La terc:cra negación acaba por trazar uno de los rasgos mús característicos del Racionalismo. Establecido el principio supremo de los racionalistas seg·ün el cual la razón incle- .1 pendiente y soberana es la única fu ente de la

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