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-96- -~ --··- -· . - -~~=----- ..... -.p ele la proclamación dogmática de la Inmuculada, proclamación que fué el coronamien to y remate , dig no por cierto, de las luchas sostenidas duran- te seis centurias por los- defensores del a ugusto privilegio de !\liaría. \' si á la violencia de los trastom os políticos parecía a m01·tiguarse el entusiasmo por la opi– '1 ,· nión piadosa, ved cómo los hijos del Serafín de '1 Asís, sobrepon iéndose á los acontecimientos de ¡: ¡¡ l. ¡: 11 11 la época luchan por r eanimar el fervor del mun– do ca tólico en pro de la invicta triunfadora de Luzbel. Y son los franc iscanos de Nápoles los qu e consiguen de Pro VJ[ el poder conmemorar el privilegio de María en el prefacio correspon– diente á la misa de la Smma. Vi rg en. Y es el franci scano Luis Antonio, quien recaba de Gre– gorio XVJ, el que añada á las letanías laureta– nas la invocación ll'l!,~·iua sine /abe originali conct•ptn. \ ' ruge fi era la tempestad suscitada por el averno contra la Cátednt de Pellro; y el ol eaje brav[o arroja al destierro de Caeta al gran Pío '!X, que entre el bramar de los huraca– nes, oye a ll ú en su soledad el nombre de !Vlaría Inmaculada, como grito salvador a rrancado del pecho ele sus fieles hij os. V las súpli cas en favor de la [nmaculada se suceden unas ú otras con la rapidez del rayo, hasta que el Pont[fice \lartir estimulado por su devoci6n {t lVlaria, y esperan– do de Ella la vi ctoria, consulta por escrito {t todos los Obispos del mundo catól ico, obten ien– do así el efecto de un concilio ecuménico, como . 1¡ <:>=~· . _,,-· - ~ ,.

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