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81! J,A l'RUEllA DE DIOS m.inación el oficio de caridad y enseñanza, po– niendo por finalidad del Instituto de M. M. Car– melitas esas dos actividades aparentemente antag<lnicas? Nosotros mismos pensábamos en ello, antes do conocer a fondo la Obra, la época en quo surgió y ol marco histórico dentro del cual tuvo quo desarrollarse en sus primeros veinticinco años. No veíamos claro cómo las mismas religiosas podrían dedicarse intensamen– te al cuidado de los enfermo~ y a la enseñanza de las niñas; y nos afirmábamos más on osa di– ficultad viendo que el Instito ha tomado, desde hace medio siglo, dirección predominante hacia que los colegios hoy están florescientes y le han dado días da tanta gloria. Pero pensando que esta benemérita Institución fué mecida en su cuna por el torbellino de la invasión francE~sa, por el huracán do las revoluciones políticas que siguie– ron en España a la invasión, y por los grandes trastornos r¡ue sobrevinieron a España con las guerras civiles, y la sañuda persocusión religiosa del año 1835, se comprende luego cuán provi– dencial fué que las M. M. Carmelitas se preocu– paran en sus primeros tiempos, con preferencia, de las obras de carids.d en los Hospitales. Sentíase, en verdad, necesidad urgente de os– cuelas y colegios cristianos, y a esa necesidad acudió el Fundador y los Prelados que aproba– ron la Obra; pero el odio sectario hubiera dado buena cuenta de ella si no hubieaa llenado un '

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