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.. 80 LA PRUEBA DE DIOS para entonces había adquirido algunas noticias del nuevo Instituto, aludiendo al oficio de ens_e– ñar que tienen las Carmelitas, le replicó que ella no podla serlo, porque sabía muy poco. tTraes algún libro1 repuso la Madre.- SI, dijo Paula; pero es mi devocionario, y de su lectura Ud. no podría deducir ni siquiera que sé leer bien, pues lo digo casi de memoria». Habían trabado con– fianza, y siguieron hablandohastallegaralaCasa de Caridad, donde la Madre examinó a la joven y le dijo resueltamente: cya sabes bastante» . Retiróse Paula muy confusa e indecisa pen– sando cuál sería ~a voluntad de Dios: conocerla y cumplirla pedía insistentemente en su oración. Volvía, pues, un dla de la iglesia, donde habf~ orado con más devoción a la Virgen Santísima pidiendo que la iluminara en su camino, cuando· al llegar a su casa se encontró con una carta de la M. Joaquina, que ya estaba en Vich, donde le decía: ~Hija mía, no resistas más. Es voluntad de Dios que seas Hermana de las mías: ven cuanto antes a Vich; es v~;~rdad que aqul hace mucho frío, pero ... nos calentaremos en el fue– go del Sagrado Corazón de Jesús». Esta llamada fué decisiva y Paula Delpuigfuó sin demora a echarse en brazos de la Fundadora que había visto, con luz sobrenatm·al y proféti– ca, los tesoros de gracia, de sabiduría y de virtud que Dios depositaría en aquella joven, la cual efectivamente fué desde el principio dechado ~ . l ¡ ~
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