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1 l'UiiDACIÓN DE TÁRJtEGA 75 Pero quedaba algo más humillante y terribl11 en las pruebas de Dios: la buena Madre sabría luego que su fundación en Tárrega se converti– ría en su corona de espinas, y seria afligida eu lo mismo donde ella ponía todo el éxito de su vida y de su vocación. Apenas habían pasado unos meses desde que dejó ella instaladas sul! Religiosas y ya los enemigos de la Obra de }¡¡, M. Joaquina prepararon un plan hipócrita para hacerla fracasar ruidosamente. El Municipio pre– tendió desligar por completo de su M. Superio– J'a a las religiosas allí instaladas: para eso redac– tó un Reglamento del Hospital, en o! que se declaraba único responsable de toda su asisten– cia: se reservaba el nombramiont.o de la Supe– riora y su remoción, y aún exigía que no se diese cuenta a otra cualquiera autoridad. Aque– llas religiosas, o muy cándidas o muy pagada• de sus primeros éxitos, se dejaron engañar y subscribieron el disparatado compromiso por el que quedaron al arbitrio de la administración civil. Fué aquello negar abiertamente la obe– diencia a su legítima Superiora y Fundadora, 'l introducir el germen de discordia que podría llnvar la <li;grngaci•)n y la muerte a la Obra de Dios. Tuvo la Madm que soportar el escándalo dado a sus buenas hijas por aquellas ilusas re– beldes: tuvo que presenciar la salida ignominio– sa de éstas mismas del Hospital y su desgraci11,
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