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ó2 LA. llliiRKA.NA. JOA.QUINA. Dlll 8. FOO. Dlll A.SÍS con mucho gusto y protegeré sus buenos de– seos•. Estas palabras textuales trasmitió el Sr. Es– trada a la Hna. Joaquina y fueron las que la in– dujeron a entre~starse luego con el nuevo Pre– lado. Be:iJ.díjola emocionado ante la virtud sóli– da y el celo ardiente que se transparentaba en cada una de sus palabras; pero le dijo que el Instituto había de estar bajo la advocación de la Virgen del Carmen, y no de San Francisco de Asís, como lo había querido el santo P. Este– ban. Las razones que parece haber dado el Prela– do de este cambio fueron la excesiva austeridad del espíritu franciscano, poco a propósito, a su juicio, para una -vida consagrada a la caridad y a la enseñanza: pero·no podemos menos de ver en este designio del Prelado, el de Dios, que, por fin, concedió a su sierva lo que desde niña deseaba, el hábito de Carmelita, sin figurarse ella que al pedir al cielo un Prelado devoto del Carmen, como lo hacía, conseguiría para sí el cumplimiento de sus anhelos de hacía treinta y dos años. · * * * Proyectos reformistas de la revolución. - La oportunidad _de un Instituto tal cual lo proyec– taban el Sr. Corcuera y el P . Esteban con la M. Joaquina de Vedruna, era del todo palpable r¡ ' j; ~· ~ . : ll 1 '~ ;~ ;j
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