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3fl IIUIIIRIII !>ON TIIIODORO DE lilAS de familia, este joven a los diez y seis años sin– tió la nostalgia de la soledad y fué a golpear a las puertas del Monasterio de la Trapa de Gre' noble: ocho meses pudo soportar la austeridad de la vida trapense, pero minada su salud,.tuvo que abandonarla y volver al lado de su· buena madre, hasta que contrajo matrimonio en 1823 y fué digno continuador de aquella raza de san– tos y de nobles patriotas. Cosa análoga le aconteció a la segunda de las hijas de Doña J oaquina llamada doñu. Inés. Tam– bién ansió · por el claustro; pero debidamente aconsejada por un santo capuchino, de quien nos hemos de ocupar largamente, llamado P. Esteban de Olot, desistió de su propósito, y a su debido tiempo fué unida en matrimonio con un noble caballero del que tuvo num~rosa prole. Habíale pronosticado el P. Eswban que no se– ría ella monja, sino que Dios le pediría dos de sus hijas: pronóstico cumplido exactamente, siendo su hija Magdalena carmelita en Sarría, y Teresa en el prime~ Real Monasterio de la Visitación de Madrid. Tal fué la gloriosa prole que formó para la tierra y ¡tara el Cielo la santa viuda del Escoriál, saturado todo de virtudes heroicas y donde al– gunas veces viéronla sus hijas arrobada en dul– ces .coloquios con el Amado para quien trabaja– ba aquel jardín viviente.
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