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32 l\CUillRE DON TEJODORO DEl MAS bh.l escudo; todo lo cual apenaba hondamente a su esposa que vefa acercarse la muerte sobre aquel hombre joven, gastado por las tremendas lucha~ pasadas y lleno de méritos ante Dios. Como a los seis meses d'el aviso del ciel() ca– yó ella enferma gravemente '!le una terrible eri– sipela y en los mismos G.ías. enfermó D. 'Teodo– ro de tal suerte, que desde el primer·momento los médicos diagnosticar-on el fatal descenlace. No se alteró la calma del cristiano cáballero; re– cibió piadosamente los últimos Sacramentos de la Iglesia, y aceptó adolorido la pena de no po– der despedirse de su amada esposa. Esta, aten– dida por su anciana madre, sufría terriblemente por no poder cuidar al moribundo. He aquí cuál fué el último recuerdo que Don Teodoro confió a su suegra cuando le pi– dió que le despidiese de Joaquina. <<Ella se rá religíosa, io verá Ud.: siempre noté en ella tan santa inclinación». Fueron estas casi sus úl– timas palabras, pues murió luego, a los cuaren– ta y dos años de una vida llena de méritos y de gloria. .Este triste acontecimiento dejó viuda a Doña Joaquina. de Vedruna de l\1as a los trein– ta y tres años de vida y diez y siete de matri– monio. No hubo necesidad de anunciárselo; pues cuando al día siguiente, de parte de la fa– milia que lo había disimulado, un P. Carmelita entró a decírselo con toda clase de precauciones, se adelantó la enferma y le habló de la muerte
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