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PRUEBA DOLOROSA corial, cerca de Vich, y el nuevo matrimonio estaba instalado en Barcelona. Quiso pues D. Teodoro presentar a sus padres su querida espo– sa y fué con ella al Escorial. El recibimiento fué en extremo frío. y desconcertante: los suegros no tuvieron para la joven esposa ni una palabra de agrado, sino de desvío y repulsión, como si ella fuera la causa del desacato que veían en las determinaciones de su hijo. Doña Joaquina se humilló, trató con sus ma– neras señoriles, delicadas e insinuantes de apla– carlos, pero tuvo que volver a Barcelona con su marido sin haber conseguido disipar aquella nu– be que obscurecía el cielo de su hermoso hogar. Es cosa providencial y muy digna de notarse que en aquella misma casa solariega de Mas donde la sierva de Dios había de ser, andando el tiempo, modelo, maestra y luz de humildad y penitencia, y de la cual había de salir formada la gran obra divina a ella encomendada, sufriera la humillación más dolorosa de parte de sus pa– dres políticos y recibiese en su corazón genero– 'so un germen de amarguras domésticas que no cesaron jamás y la pusieron en trances heroicos, como veremos más adelante. La llegada al mundo de su primera hijita fué el puente para con los abuelos que supieron ad– mirar y amar después a tan santa madre y pro– digarle muchos consuelos.

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