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J<ÁS MILAGROS 215 que les parecía podría hacerse con aquel niño, uno de ellos contestó que e escayolarlo •; ol pro– fesor repuso: cDe ninguna manera; tno vé Ud. que ese sería el modo de hacer que el pus inva– diera todo el esqueleto1» -- Recetáronle unas in– yecciones y quisieron animarme que con cons– tancia y tiempo quizá se conseguiría algo, pues se había dado algún caso de curación de esos tumores tuberculosos. Pero a mi hermana le dijeron todos que me aconsejara regresar cuan– to antes a casa, porque el niño estaba en graví– simo peligro de muerte. Con el corazón oprimido iba yo en el tren de vuelta a Cartogena contemplando a mi hijito hecho un esqueleto, y de aspecto tan impresio– nante que varios viajeros al asomarse a la por– tezuela se marchaban prontamente. Quiso la Divina Providencia que al llegar a la estación de Alquerías, una Religiosa del Instituto de las Carmelitas de la Caridad, acompañada de una joven, subiese al coche y llena de caridad se in– toresase por mi enfermito No había que ponde– mr la gravedad del mal, pues a la vista estaba. l,o conté que un tumor tuberculoso en el fémur ilm ruinando cinco meses hacia lu. vidu. de mi hijito, y que en Madrid acababan do desenga– iumile los facultativos; por lo que regreso.ha a rui <:usa con la más honda pena. Ln religiosa lit<~ nnim6-a tonar confianza en la intf•rCt~ijión de Hll Mudro l•'undadora, me dijo quo lo oneomon-

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