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r MILAGROS SOBRFJ PIJ T(JMIIA 20:1 en favor de su marido don Miguel Bertrán en Vich. Era el año 1874, durante la última guerra ci– vil. El día-24: de Agosto llegó a marchas furza– das y entró en Vich la columna del GE>neral Go– biemista Morell<'>. Los principales habitantes de la ciudad, poseídos del pánico, la abandonaron, dejándola sin autoridad, y expuesta a todos los desórdenes: en esta situación se hizo cargo de la Alcaldía don Miguel Bertrán. Como el Gen e– ral Morelló no encontrase bagajes ni vituallas para sE>guir su camino, enfurecióse de tal ma– nera contra el Alcalde, que mand,\ ponerlo en capilla para fusilarlo en E•l mismo día. Lo insul– tó, lo apostrof•i indignamentfl, y por fin rompió eri una avalancha de blasfAmias horribles. El Sr. Bt>rtrán, cristiano a las derechas, no pudo soportar aquel impío lenguaje .v le dijo: •Gene– ral, si V. E. quiere fusilarm&, fusíleme... pero ... no blaafeme•. Todo el pueblo se conmovió al saher la sentencia del tirano; pero nadie se atre– vió a interceder por su víctima; tAnían miedo a las furias de aquel loco; en este trance y cuan– do llAgaba ya la hora de la ejecución, la sPiwra Dolores de Bertrán acudió a la intercnsión de Sil santa abuela prometióle un triduo do or:wio– nes a la Santísima Trinidad, y, anitnoHa "" fué a ver a Morelló. 2,Cuál no sería la impwsión do los centinelas que pasaron el rf'cado cuando oyen decir a su enloquecido gcnt"ml con roluti-
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