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t ' :PAI!IA Dl!l SANTIDAD 197 denal D. Joaqnin Lluch ·y Garriga, Carmelita– no, Arzobispo de Sevilla, decla a una de las nietas de la Fundadora «donde estaba Doña Joaquina se estaba seguro de yue no se ofende– ría la caridad: todos lo sabían•: ~1, que fué uno de los Padres del Concilio Vaticano, la tuvo siempre por Santa. Emprendió ella su Obra educadora y benéfica bajo la austera dirección del VblE>. Capuchino P. Esteban de Olot a quien Dios puso en su ca– mino para que la guiara en su vocación; y ya hemos visto con qué exactitud siguió los segu– ros pasos de aquel varón de Dios. Probada más tl\1'<l11 por tr-ihulacinneR y contradiceiones en su propin hogar, y on la familia espirit.ual que !or– m."t para la l~l,•sia tlo .Dio~. t.wlos la vieron siem– pm netüniuw, tiatla do Oios, despreeiadora siem– prn tlo lo too·o·ono, orientada firmemente a lo so– brdnatural. Huelga decir aqui yue sus religiosas b tuvieron aún en vida, por santa; ellas y mu– chas personas de alta posición social, como el Sr. Marqués de .Puertonuevo en Barcelona, 'j' el Prelado y putJblu entero de Perpignan atribu– yeron a su mediación gracias siogulat·es obteni– dnR tlo DinR. It.•potitlas veeos la vienm sus hi– jas arrohatla dulct~mento en ó:üasis, durante las onwiootlH dn la Comuuitla<l: y dla, ),.jos de acHptar la admiración consiguionte, se corría toda y 11<3 sonrojaba 11Íl1Ctii'81Jlente contrariadá por aquellos :fulgores sobronatut·ales que tras-

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