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ECO f>E LA V01. MAT!<:ltli,\L 187 *"'* 'Eco de la voz maternal-Pero lo que más luz proyectaba sobre el sepulcro rlo la V. M: Joaquina es el triunfo mismo de su Obra vut>lta a «su primer estado•, como ella lo pronosticaba en los momentos en que se cambiaba su régi– men y se ponía el génnen d" tan tas dificultades. Fnélt p•·eciso ser víctima; pero las Obras de Dios no tienen mejor fundam.-nto que la inmo– lación de quienes la <>mprPnden en su nombre. Por lo que toca al exterior, a lo que el mundo póclía apn•ciar, el estado del Instituto era plena– mon te satisfactorio a la muerto el e la Fundadora. Su desarrollo era prodigioso, su presti.!!;iO sor– pr<'ndente. Voint.ieinc:o ea:<as; adt>más de laMa– triz-Noviciado. contaba dis¡•minadns por todo Cataluña. Cuatro do ellas eran Hospitales, seis Col;,~ios para niñas, doco eran miKtos; es decir, .las Hermanas tenían la atención de enfermos y de niños de escuela; dos eran Casas de Caridad, y la otra era Asilo de hué•·fanos y enfermos. l<~ste número de casas .Y las ciento veintiuna re– ligiosas que las atendían or:l realmente cúnside– rable, toniondo en etwnta quo de los veintiocho años que llevaba do oxistoucia el Instituto, doce de ellos, desde 1831 ha~t:1 Hl4:~. habían sido totalmente esté1·iles para ni aumento de su per– sonal, debido a h~ c:alarnit:>sas circunstancias referidas en este libro. Aún oran más las funda-
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