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L,A JI. PAULA Dlllt.PIJI« Dlll IIAII t.UI8 185 tro relato sin dar alguna idea de esta santa Re· ligiosa a quien el lnstitut,o de.be su definitiva consolidación. Es aquella jovenqita modest.a. ~· quien la M. Joaq uina encontró en la Rambla de Barcelona, y a quien, con grande asombt·o de la i•lterpf.'llada, invitó a ser de las suyas, sin ha:– herla visto jamás. Fué aquella la voz rle Dios que le comunicaba así su vocaci,\n·, a la que co· rrespondió tan lealmente que muy pronto la ve· remos camino de los altares, siguiendo los paoos de la V. Fundadora. Fuéle siempre leal, íntima y fi,.l hasta la muerte: ella sostuvo el naciente ln~tituto durante la forzosa huída de la M. Joa– quina a B<'rga y a P~rpignan, dumnte más de ocho años; .Y e 11 a fué sostenedom fiel y constante do la Obra do Dios, tan odiada por· los ID•\los y tan zarandeada por los buenos, llevados. de un celo exagerado. La M. Paula supo como nadie las amargu· ras secretas de aqtlelia mujer heroica y clari– vidente ante los intentos de reforma que die· ron por resultado ser ella nombrada Vicaria General en vida de la Madre; tuvo la virtud de saber esperar la hora de Dios, de colocar– se en f.li punto de vista luminoso de su ama· da Ma.,stra y Madrn, y por est;o aceptó el úl– timo oncargo suyo cuando al salir tlo Vi"h, para_ no vol vor más lo elijo: «Cuidarás do todo... y dt•l Noviciado•, prt•sugiando en estas marcadas frases, el nombramiento que iba a

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