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182 LUZ DEL CTELO SOBRE EL SEPULCRO en donde ha fall€1cido. llar.::elona, 29 de Ago¡~to de 1854. H.ermana Veneranda Font.. Por fin venciendo la resistencia del público que acudia cada Vl'Z má~ numeroso a ver a la Madro mu<ll"ta, fuó preciso darle humilde s0pul– tum en un nicho ccmprado en el ceme?nterio común dl' la ciudad, euyas señas se conserva– ron cuidadosam"nt<' archivadas. Al llegar allí y abrir el ataud, sPglÍn enstumhre para la. identi– ficación del cadávor, fuó tul d asombro ·de em– pleados y sepultumros que no podían crcE'r que aquella Religiosa hubiera muE'rto de un ataque del cólera: tan blanco, cvlurado y herruoS<l es– taba, dice ingénuaruento la Hna. Apolonia: ter· minando su testimonio jurado con estas pala– bras empapadas en lágrimas de un cariñ(l bion pr·obado: •Dios quiera que tenga yo el consuelo de verla en el cielo, así como tuve el gu sto de servirla €\n la tierra, con tanta · sarisfacción mía•. A mayor abundamiento y eoncontrando so– bre el st>pulcro do la sierva de Dios la luz de un testimonio insospechable, pondremos aquí al~ gunas expresiones del largo y pragmático comu– nicado Oficial que de- la mu..rte de la MadrA di– rigió al Instituto, el P. Director General, Ber– na.rclo Sala. En esa comunicación y f'ln su tono característico cemprende el honroso deber de enumerar las virtudes de la V. Madre: «No quiero enumerarlas todas, dice, sino·sólo aque- r: ' "¡ •
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