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180 LVII DI!IL CIELO BOBRI!I EL 811PULCRO Pero conseguida aquella gracia el Señor quiso glorificarla desde su mismo lecho de muerte. Aquel cuerpo encorvad'> por los años y por los achaques; aquellos ojos marchitos por la fatiga y por tribulaciones íntimas; aquel rostro macilento por el dolor, y dosde hacia dos años, casi sin E"X· presiñn por la parálisis; onnegrecido y horrible– mente afeado por el ataque furioso del cólera morbo que la atorment<i durante las últimas cua– tro horas de su vida, comenzaron a demostrar una revivisceucia maravillosa: era la floración de ultratumba. «Colocamos, escribla la Hna. Dolores, su ca– dáver aruortajado con nuestro santo hábito, e.n una sala junto a la habitaci•Sn donde había muer· to: y llamó la atención a todos la mudanza sÚ· bita que se notó en el rostro de nuestra bendita Madre». « Volviéronle los colores naturales, dicr. a su vez la Hna. Apolonia, tanto que parec;a es· tar en apacible sueño. So le puso un color de rosa en sus mejillas y un color de clavel en sus labios: la tnvimos cuatro días en casa, y se puso tan flexible y tan fresca que las personas que entraban a VNla decían: parece que está dulce· mente dormida!! La Hna. Magdalena Ubach, testigo presencial añade: «le duró muy poc8.11 horas la enfermedad y quedó, más que amora– tada, negra. Pero en seguida su cadáver en vez de desfigurarse como todos los .de los coléricos quedó muy bonito y fresco. La tuvimos tres días .. ........ ... · ... . f j .;;: ...1

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