BCCCAP00000000000000000000242

EL FATAL DE8F:NLACIIl 175 continuo en la tierra lo que muy pronto pro– seguir•& en el cielo, cantar el ::lanto, Santo, Santo. Not(ltnOs de paso .en esta candorosa r~lación, que la M. Joaquina asociaha perfec– tamcnto las ideas, que no era inconsciente. Su dest'o ardiente dn recibir la Sagrada Euca– rist·a creció en los últimos me~es de su vida: y como el Uapellán de la C~sa .de Uaridad se resistiera muchas veces y se negara no pocas a llevarla la Sgda. Ct•munión creyéndola ador· mecida, dijo un d ía i con sereno pesar: •no duermo: y el P. Uapellán responderá ante Dios por no traerme a N. Señor ::lacramentado~. Aún relata~emos otro episodio familiar de ar¡ut,llos m<'morablns días que habla muy altc en favor do la~ ideas quiJ revolvía on su mente pr6xim'1 a apag:ll'~fl para esto mundo: refiérelo la Hna. Doloros Luis así: •Cierto día, suspiran• do la venerable enferma por la pato·ia del .Jielo, mientras sentada en un sillón estaba en el jar– dín de la Casa, exclamó de pronto: ¡¡Arriba, arriba!! ... Las Hermanas, no penetraron luego el sentido de sus palabras, la tomaron en brazos y la subieron al segundo piso. Ella pam darles a entender que no ora aquello lo qun quería vol– vi<> a docir con mé\yor íuen<<l: •:uTiba.. . arriba». Tomáronla de nuovo nu hr;o ;r.os y la subieron al tercer piso. L :l pobrocita en ferma, como admi– rada de que no la onteudiuson y deseosa de dár– selo a c..>nocer, repitió de nuevo su exclr.maciun:

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz