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172 MUERTIII DE LA VENIIIRABLBI FUNDADORA • prendente de la Orden Seráfica, de la Orden del Stmo. Redentor. de cLas Escu~>las Pías- y de las •Escuelas Cristianas», se adivina que sus fundadorlls debían ser victimas de su obra, como condición de su robustez y propagación: y serlo en su alma, en lo que más duele, en 1.'11 sa– crificio de lo que más amaban: (Stas muertes son heroicas: y admiramos con profundo respeto la Sabiduría de Dios que así acrisola la santidad de sus m'!jores a111igos y amasa con sus lágri– mas postreras edificios inmortales. Pues esa muerte era la que el Señor preparaba a la Fun– dadora de las M.M. Carmelitas de la Caridad: quería que·su sacrificio se consumara en la obs– curidad; sintiéndose fracasada," más aún, como un obstáculo al desarrollo de la Obra que el Señor"le había encomt-ndado. Ella babia bus– cado en todo con teso\n inquebrantable el gusto de Dios: había sahido seguir todas las curvas de su azarosa vida, adorando en cada una el desig– nio de Dios, no podía desmentirse a última hora: los últimos muses de su vida marcan una curva angustiosa en la obscuridad. y su alma se lanzó por ella, segura como siempre de que Dios saldría con la suya, aunque ella quedara sacrifi– cada en los cimientos del edificio hoy secular. ¡¡Cuántas veces había Horario la agonia y la muerte de Jesús humillado y frac!lsado en el concepto de Jos hombres!!...

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