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UNA l'ltrtlOU~TA Y DOS RRSI'UF.STAB 171 casi ciego do tanto llorar porqu<l «ol Amor no era amado~ tuvo quH S11frir congojas terribiPs cuando, retirado del Gobierno de su Orden de Menores, vió las int<'rpretaciones que muchos daban a su RPgla, llPnándola d~:~ glosas, y empe– ñados en adaptarla a la capacidad de los menos fervorosos. Y murió a~í. dejando su espíritu prendido en sus cuati'O o cinco primeros com– pañeros que lo compmndían bien. San Alfonso M. a de Ligorio, murió retirado de sus hij os, ol– vidado de muchos y vit>ndo su obra amenazada de pronta ruina. San José de Calasanz,. lo mis– mo: vit~jo, enfermo, humillado, descartado de los cons<·jos de su Obra, murió cuando ésta iba a ser suprimida, rodeado do los queridos niños de su Escuola que oran tolla su alt•gría y su es– peranza. ~an Juan Bautista d" la Salle, el gran educador do los tiempos modernos, tuvo que soportar en sus últimos años el ostracismo, la incomprensión de parte del Prelado que más lo había querido; y aún privado de celebrar en su diócesis la Santa Misa; murió con la visión de su personal fracaso, como si él fuera un estorbo para su Obra. ¡,Quién no S<J pasma du los secmtos de Dios ante la tortura dn ost.as almas gmnd!'S que dos– aparecen do la tim·ra « (\U la noche obscu ra• y tildados de fracaso personal <•n lt\ realizaci(,n de sus más acariciados id.,alos?... P ero, mirando atentamenoo y considera~do ol floreeimiento sor-

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