BCCCAP00000000000000000000242

170 MUERTE DR LA VENRitABLE FUNDAÜORA para.altísimos designios, paremos ahora la aten– ci.'>n en las mzones de divina y escondida sabi– duría que existen para que las alma$ privilegia– das pasen por el crisol de tribulaciones como las que amargaron los últimos meses de la vida de la Madre Joaquina. 'l'odos los indieins históricos demuestran sufi– cientomentt• que su inteligencia so conservó lu– minosa a pesar dCJ la incurable hemiplejia que e ntorpecía cada día m.ís sus miembros y trababa su lengua. Quedaba así aislada úel contacto con el mundo, pero su espíritu reconccnt.rado ful g u– raba siempre que se trataba de Dios. Sufría pues en el alma: todo llegaba a sus oídos, abultado quizá y revestido de circunstancias agravantes; pero sufría porque no podía ponerse al habla con sus hijas y decirles como les decía hacía c•latro años: «¡¡Adelanta!! vuestra madre sabe que es Dios el que nos guía, no os dividáis: obe·- . deced,csperad. callad y llegaréis a donde El nos llama». No podía. Estaba rotirada por inconscien– te: y p.>.nnitiéndolo Dio~, podía suponer que su obra peligraba y que habíá fracasado en su vid1. Esta impresión terrible del fracaso ha sido la prueba suprema que el Señor ha enviado a mu– .chos fundadores de Ordenes Religiosas, hoy íiórecientes, dejándoles morir con la visión de la inutilidad.de sus trabajos. El Seráfico P. San Francisco, .viva imagen de Cristo Crucificado, ' { ' i. j ' ·J

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz