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Uli'A PllEOUNTA Y DOS RI!ISPUESTAS 169 tantos de un Prelado c~>loso del bien de las al– mas y qne deseaba sinceramente el bien de las religiosas. Quizá estuvo mal informado: parece indudable que no fué acertada la elección de un d..legado en ol P . Bernardo Sala, el cual no supo presentar su acción de una manera acep– table a las que. por encima de todo, querían conservar la vida, la tranquilidad de la Funda– dora y la tradición viva y palpitante del espiri– to del P. Esteban de Olot. Y st se tiene en cuenta el aspecto sentimental de la situación producida, diremos todavía que no pensaron ni por un momento hacer sufrir a la. venerable anciana retirada en Barcelona: la creyeron, repelimos, inconscienw; pod·an pues, prescindir do ~:~us afocciones personales; tenían al frtlnte del Instituto a su Vicaria la M. Pauta señaldda por la Mauro misma con mirada pro– fética para ccuidarse de todo y ... del Novicia- . do•; contaban además con la formación solidl eima del espíritu religioso en las Hermanas ~o da'!, como lo demostraron conservándose unidas en medio de aquel aparato innovador y sumisaS en todo a la voluntad de lns Prelados; no tenían. pues por qué fijarse en afecciones per~:~onales, muy dignas de rospoto, p..ro a las que ollos de~ bían sobreponer su rcspnnsabililad, ante Dios y ante la I~lesia, del porvenir del Instituto. Aceptados sinceramente los puntos de vista de aquellos hombres de quiont~s se servía Dios (
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