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144 HACIA RJ,'OOA80 ms1mas hijas de la V. Madre Joaquina, felioos ·hasta entonces con la Regla profesada, y amantes y apasionadas de su única Madre y Maestra. Sabía muy bien que el Prelado dioceRá– no deseaba ejercer sobre la Casa Matriz y aún. snure todo el Instituto una sup'erioridad inme– diata y universal, aún en el régimen interno; y , comprondín, por otra parte, que las Carmelit.'ls F:scoriale.saR (así las llamaba él) a qui<m!'s cono– cía y estimaba mucho, sufrirían con cualquiera modificación que las sacara d<;~ la inmediata su– misión a la Fundadora. Con todo, haciondo pro– digios de prudencia emprendió su obra; pero en la Regla 4.a establece que <hallándose la Casa Ma– triz en la ciudad de Vich, debe el Instituto po– nerse bajo la protección y amparo del P relado .diocesano. Todas las religiosas tendrían sumi– .si<\n, respeto y obediencia al Prelado que fuera del Obispado d.; Vich; ést.e será el que eligirá al Director General y a b f:luporiora General por el tiempo quo le paro~ca•. «Cuando restmJadamente se trataba la revi– .sión, manifestó la Madre a dos de las Hermanas más antiguas que iba a modificarse el Gobierno .del Instituto, con el nombramiento de un Di– rector que sería Superior General. Súpolo ella ·en la oración y se lo manifestaba para preve– nirlas y tranquilizarlas. Ellas, dejándose llevar ·de su natural viveza, le repusieron que no admi– .tirían otra dirección que la suya: pero la ·Madre

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