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142 · HACIA EL OCASO parte sus gravísimas responsabilidades y 1~ constante actividad en que vivía, con la fuerte emoción de la visita determinaron un grave y _ alarmante ataque de apoplegía que sobrevino a la sierva de Dios y que puso en . peligro su pre– ciosa vida. Sus afligidas hijas, la Comunidad toda y la M. Farriol que la acompañaba prodi- · gáronle toda suerte de cuidados hasta que estu– vo fuera de peligro: y ont.onces vino de las Bor– jas Blancas la Madre Claret de Sta. Teresa, Su– periora de aquella casa y se la llevb allá hasta que recobró totalmente la salud. Al regresar a Vich de nuevo pa_ra seguir ocu– pándose personalmente de toda la marcha del Noviciado, tuvo un consuelo extraordinario. Eran los últimos días del mes de Dicil;lmbre, cuando llegó a Vich su amado hijo D. José Joa– quín que regresaba del largo destierro de diez años, impuesto por su inquebrantable fe en la causa del Catolicismo en ~:spaña. La buena y. sant11 Madre lo abrazó, lo bo~ó y humedeció con tiernas lágrimas aquella frente altiva, irreducti· ble ante todas las persecuciones y vejámenes de los enemigos de Dios y · de la patria cristiana. Fijó luego su residencia y la de su familia en la8 Casas del Mas del Escorial, libradas de la forzosa enajenacion judicial: su patrimonio ha– bíase reducido a menos de la mitad; y fué pre– ciso pensar ganarse la vida con su trabajo y el de sus hijos. Al mayorcito llamado Luis, le die-

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