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NUEVO OntSPO DE VIOH 141 cno bajaré ... no quiero bajan. Quedóse .:;on esta seca respuesta la Hermanita portera sin sa– ber qué hacer, pues no creía prudente volver con aquel árido mensaje; y cuando así estaba le re– pitió de nuevo: «vaya y cumpla lo mandado,.. Vol-~ió, pues la Hermanita, la cual había dejado la puerta bien cerrada, el caballero en el recibi– dor y se había llevado consigo las llaves. t,Cuál no sería su asombro cuando vió que no había nadie?... quedóse toda pensativa y se volvió a la oración. .En cuanto terminó el acto de Comu– nidad, la sierva de Dios, llamó a la portera y le preguntó sencillaml"nte: •¡¡<l<lnde d<Jjaste al ca– ballero que me llamab:1'/. ... Ay .. Madre! repli– có ella, no puc;de V. figurnrsA ol susto que he tenido: volví y no oncontt·á a nadie: no puedo explicarmo por dondo so ha ido el aputlsto ca– balle ro». Entonces le dijo la sierva de Dios: «¡Ah, tonta! i,No ves que ora el demonió que quiso turbar nuestra oración? ... Esto lo sabía yo: por esto le respondí con tanta decisión, que no quería bajar•. En Septiembre do este año do 1849 paRando la santa visita por las Casas del Instituto, aprove– chó para llognr hastn Vallbona y ver a sus dos hijas religiosaH en •·l Roa! Monnsl.(·rio do aquel pueblo. Pensemos las omociont>s maternales de aquel gran coraz(,n al ver y abrazar y besar despp.és de tanto tiempo a sus queridas hijas!!... Y síicedió, que, parto laa fatigas de los vi~jes,

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