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122 . A VELAS DESPLEGADAS ------------------ mos un momento, con cariño y respeto, al inte– rior de aquel plantel de almas elegidas, núcleo vigoroso quo reanimó para una vida ya secular la obra de la M. Joaquina. A los apuntes de una novicia quo tuvo la suerte de vivir en compañía de la Santa Madre desde 1848 a 1850 debemos algunas preciosas noticias sobre la estructura moral y espiritual que supo dar al Noviciado, en el cual quería que se cultivaran, como funda– mento de toda la vida religiosa, tres virtudes principalmente; «el espíritu de virilidad, de hu– mildad y de diligencia»: «del Noviciado, decía a la M. Sabatés, hemos de sacar las almas fuertes, humildes y diligentes»: eran las características de su propia fisonomía moral, sobre las que Dios levantó un monumento de santidad admirable, y quería que sus hijas fueran lo mismo. Las anotaciones de la susodicha novicia re– cuerdan quo la Madre solfa decirles: «Figuraos, hijas mías, que habóis ido al jardín y habéis co– gido un canasto de frutas muy hermosas para regalarlas a un gran señor, a quien debeis mu– chas atenciones, pero, antes de presentárselas, os vence la golosina de tomar un bocado de cada fruta. t,Qué os parece'l iÜB atreveriais a presentarlas así afeadas y mordidasL. Claro está c;ue nó: pues eso hace la hermana que se deja vencer por la pereza en las cosas de Dios; por poco que sea se las dá después afeadas y mordidas•. ·.r

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