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120 A VBLAS DBSPLBGADAII las Hermanas de la Casa de Caridad fué el con– suelo de los que se quedaban y resistían y calan heridos. Así se desprende del valioso documen· to firmado por el Presidente de la Junta de Bar– celona el Barón de Baltá, en 13 de Diciembre de 1843, que dice: e Dignamente ejerce V. el cargo en esa casa de Caridad. Su Instituto puede enva– necerse de contar a Ud. y a sus Hermanas en su seno. La Junta sabe que V. y sus compañeras han sido constantes en el servicio de los pobres en los pasados días de trastorno; y que en las horas fatales del bombardeo no tuvo V. otra idea que la de recorrer constantemente la Casa, dando las más acertadas disposiciones con un celo y diligencia muy superiores a su-sexo»; Si· gue -después el Presidente en otras elevadas consideraciones y concluye pidiendo al cielo «que recompense a las Madres ya que la Junta no sabría qué darles digno de su heroísmo• . La M. Paulu, al frente de la Casa de Caridad · en Vich habla merecido un testimonio análogo de la Junta Municipal en 1844, aplaudiendo su labor en la educación de las niñas y en el cariño maternal con los desamparados. Una buena prue– ba de la influencia positiva que las Hermanas te– nían entre lo más selecto de la éiudad es la que dieron los vicenses al ver puestos en remate los bienes de la M. Joaquina de Mas: pues no se presentó postor alguno de la Ciudad en la pri· mera publicación: y en la segunda, por lotes, el

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