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FISONOKfA GENTAl. OE LA FUNDADORA 109 para la desvía de su camino hacia la soledad del claustro, ella sigue el desvío como tomó la cur– va del matrimonio para llegar a donde Dios quería; la misma dualidad casi irreductible dol objeto propio del Instituto que fundó y de la que dimos la razón en otra parte, exigió de la M. Joaquina, con la fijeza de su carácter, la adaptación a cosas tan varias como son enseñar en colejios a las niñas, educarlas y cultivar su alma, y asistir a los enfermos en sus casas y en los Hospitales; realizándolo todo tan a maraTi– lla, según las circunstancias, que no habla más que pedir, tQue esto mismo era acentuar dema– siado su vida activa con menoscabo de la vida contemplativa'?... No lo pensemos: aquel espí– ritu magníficamente dotado y equilibrado sabrá imprimir a su Instituto lo que todos podemos notar, una mezcla de acción y de oración tan bien proporcionada que da a sus hijas la pro– pia y amable fisonomía de la Madre. Este es, a nuestro juicio, el rasgo de fisonomía que carac– teriza bien a la fundadora de las Carmelitas de la Caridad: es un alma fuerte, firme, segura HÍomprn dn si misma; y al propio tiempo blanda, amur·uHn, 1ltí1 ~t.il, pum rlnH!lrrollar enorg!as y bon– da•lnH doruln la roolnmu Dio11 para la niñoz o para In hum•lnidurl 1lulinntn: In qu" conocomos de su vir.la noH ''"nv11nen r.lo olio, y lo que resta nos lo confirmará.

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