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100 LA GLORIA Dlll LA mJA DBL RBY interior de aquella mujer fuerte, agitada por todos Jos vientos de la contradicción y no obs– tante siempre fiel a su vocación y a la gra– ve responsabilidad adquirida ante Dios y ante la Iglesia. Toda la razón de la exuberancia de virtudes demostrada entonces por sus hijas hay que buscarla en el interior de la hija del Rey: allí está toda su gloria: en lo interior de la Madre. Llegada a Perpignan con su caravana pobre, desconocida y abrumada de graves pensamien– tos, encontró nuestra heroína frlo recibimiento en la ciudad: ¡¡eran tantas ... eran extranjeras... eran religiosas!! .. . Partíasele el alma a la buena Madre viendo sufrir a sus hijas y, pensando un día con lágrimas qué haría para asentar pie fir- u me con su familia espiritual en suelo extraño, recordó que en aquella ciudad vivía la Excma. Marquesa de Puertonuevo, amiga antigua suya en Barcelona. Levantóse sin tardanza y bus- oóla hasta que la encontró. La cristiana aris- tócrata española recibió gran consuelo con la visita de su santa amiga de la infancia y se con- s~gró desde el mismo momento a socorrer de todos modos a las Carmelitas: acomodólas de– centemente en una buena casa, les buscó direc- tor espiritual en un Padre del Oratorio, español emigrado también, y la dió a conocer entre lo más selecto de la población, donde a.poco andar, las extranjeras fueron queridas y respetadas;

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