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TKA8L. CASA MATRIZ Y MUERTE IL"tJiO. CORCUERA 00 enemigos y aún a los tímidos amigos: éstos se avergonzaban de ellas porque veían que aque– llos las denostaban, las arrojabsn piedras y lodo y pretendían encerrarlas en el ostracismo y aún aniquilarlas. ¡,Cómo pagaba la Santa Madre aquellos malos tratos~ Con amor, con caridad y especial cuidado de los Inismos que la injuria– ban como le aconteció aquellos días en Vich. Iba á la iglesia acompañada de algunas l!erma– nas, cuando un joven libertino tomando una pie– dra hirió a la Madre. Notó ella al punto el disgus– to, la indignación de sus buenas hijas ...y salién– doles al paso dijo: ccuidado: no digáis nada: dentro de pocos días tendremos a éste bajo nuestro cuidado•. Y, efectivamente; sobrevino– le Juego al desgraciado atrevido una horrorosa enfermedad, y fué cuidado maternalmente por la 1nisma sierva de Dios, que reservó para sí aquella gracia. El Señor recompensó su magnanimidad y sus constantes sacrificios, valiéndose de la piedad do la Excma. Sra. Baronesa de Sabasona a quien .,1 V. 1'. Esteban de Olot había encomendado al morir, sus hijas espirituales. Ella fué quien el díiL '.!i do l<'olororo del año 1835, on plena efer– V<•Het"lein ""lll.m las roligiosas, proporcion<'• a las Cat'IJH•lilnH eunl.ro osp:wioHI\H enstul, ado~ada.s a la antigutt mpilln do Huuta l•:ulalia, dando que– dó definitivumouto iustnlatlo d Noviciado y Casa Madre do! Instituto. Poco después consi-

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