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-93- lícil Henar su cargo en ·la medida que ·quisieran. 13ien es verdad que en algunos Institutos ti·enen sus conector~ o moni·tores por orden superior y este es un es·cudo contra sus fallas jerárqui– cas ... Nosotros que consideramos su responsabi– lidad debemos tenerles lástima, y venerarlos y rogar por ellos. Pero es indudable que si de ellos depende la fidelidad del religioso en 'la práctica de las cosas de la Orden, de nosotros depende el que tengan mayor Hbertad pa•ra ello; muchas veces tienen atadas las manos v .;mordazada la boca por temor a nuestros ene~ jos. · Se vé uno inclinado a ·recordar con San Pablo "jam quaeritur inter dispensatores ut fi– delis quis inveniatur". A veces se siente uno inclinado a gritarles:: "Argue, observa, incre– pa .. . porque las cosas vienen a menos por ex– ceso de condescendencia. Pero es difíci·l argu!r contra eJ.Jos sin reparar en la indolencia de los súbditos .... Por una pa rte la prudencia de los de arriba, y .por otra, la indocilidad de los de Jbajo, produce en la Orden esa sensación de relajación espiritual. Por mucha que sea nuestra estimación de la inteligencia y de la rectitud de todos, es ne– cesario, es incuestionable el planteamiento de las causas, de la infidelidad de nuestra conduc– ta con respecto a las costumbres tradicionales. Un venerable escitor que ha publicado sobre cste tema unas buenas páginas decía : j ay del convento donde el Guardián no encuentre na– da ·que corregir; j ay de ·la Provincia donde el visitador encuentra todo ordenado sin nece– sidad de rectificar nada". . . Era preciso que fuéramos áng·eles ...

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