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Exoró'io. AMOR DE EN•EMICOS NunquiJIL, non pa;ter unus omnium nostruJm. úMalaohs. 2-ll. Gracias a Dios no podemos supon·er que en la Religión haya amigos, ni enemigos. Todos so– mos por vocación, siervos de Dios. Más no por eso dejamos de ser hombres y de tener tem– peramento humano y corazón que fácilmente se impresiona; y como el entendimiento es limi– tado y no vemos todos del mismo modo, ocu– rren a veces, desacuerdos, y heridas más o me– nos dolorosas que hay necesidad de restaurar Con ser nosotros hijos del amor necesitamos precavernos contra ·el odio. El amor de amigos no es gran cosa. El amor de enemigos es valor preciosísimo y no quiso menos que eso Jesucristo al decir: "Diligite ini– micos vestros". Sabiendo nuestra flaca condición no dijo: ámate inimicos vestros: amad a vuestros ene– migos, que eso es cosa sensibie y de corazón; sino ; diligite, que es cosa de la voluntad. E! apetito y gusto puede no -conten tarse, pero pen– sando entre Cristo y nosotros, la elección nos ·ll ava a inclinarnos de parte de Cristo .. . Diríamos que Jesucristo nos dió este pre– cepto como una purga para expeler humores venenosos que nos impedieran ser discípulos su– yos. Dijo que aquel que era discípulo suyo se conocería en •la car·idad. "In hoc cognoscent

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