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75- tes, sobre todo, pa•ra la licencia del arzobispo. Sa·nta Teresa le enseñó una licencia vieja. Gra– c:ián ·le ·replicó que no bastaba, que era menes– l·er licencia nueva. . . La Santa Madre le con– testó: Mir-e .Padre, ·las cosas de Dios no <han ma– nester tanta prudencia y discreciones huma~ nas". Fueron y se f.undó el convento. Si los ~antos fundadores hubieran querido apoyarse o:~n las reglas de la prudencia humana fracasa– rían siempre, o no harían ni 'la décima parte de :·.! que hicieron. Es evidente que en 'las cosas espi·rituales :·xigi mos excesivas precauciones, y que muchas veces creemos · imprudencias espirituales cos?.s ':--:i1~-s y comu;,es en !os s~ntos ... Yo he oido cien veces l>ra ta r de imoruden– lcs ciertas cos~s de ~!mas buenas, aue como bue– ' <as que eran hadan perfectzrncn t~ bien. Es qL:e 1 , luz con que se miran •los objetos ·es dif.erente 1·:1 un ·espiri tual que ·en otro no espirituaL Ge– :.?ra!mente el espiritual pone su mira en Dios y '.onfiado en é l, obra ... Cuando hace a·lgo t iene :n.ls pureza de intención y .Jo que pa·rece o rgu:J.!o , 1 v~n:dnd no !o es . .. s¡-no va!zntia y reso! udón del alma. Vemos una ci1C<C'lan~cié:-~ de espíritu hecha ·NJCil.lamente, y la juzgamos de peca hum i:ldad '•orque proyectó su interior. San Agustín en cam– ' ·io decla ró el suyo en su li bro de Confesiones . .. '•111 Jeróni mo dijo algunas de sus Revel~do·, ~~ . . . San Pablo esc ribió sus rap~os. Herrnes .•, discípulo, relató sus visio:1es en s u libro "-P;:s– .;r. S<:nta M¡¡tilde y Santa Br!gid a y Santa Ca- l. 11 ina de Sena. hacen libros espirituales contan– 'lo sus experiencias. Lo m ismo Santa Angel a de

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