BCCCAP00000000000000000000240

Exord·io. PRUDENCIA ESPIRITUAl. De1 tLbi Domlnus .prudentiam . et sen.sum <I Para!. 22-J2). Bien sabido es que hay una prudencia car– nal y o~ra espiritua l. En esta p!ática debemos ocuparnos de ésta, porque de la prime·ra se ocu– pan •los diplomáticos y •los avisados de:l mundo que sólo buscan ·el estudio de una táctica opor– tuna. . . Los oportunistas viven humanizados; viven con afinidades terrenas. No decimos que sea ma·la la prudencia na– tural, porque ayuda a •la espiritual. La pruden– cia de suyo es un medio de proceder cue·rda– mente, habilidosamente, entre 'los prójimos. Definir ·la prudencia es fácil; pero ejerci– ta·rla en la práctica es difícil. Porque depende de muchas circunstancias; y como entra en su apreciación el juicio, y cada cua•l tiene el su– yo ... así ·resulta para unos imprudente ·lo que es prudente para otros. Discurramos sobre este tópico que tiene más contenido de lo que pare– ce a primera vista. Discurso: En las cosas espirituales, y de gloria divi– na a veces estorba ·la prudencia humana. Poco antes de •morir pensó Santa Teresa que sería bien fundar en Burgos un convento de desca·l– zas. El Padre Gracián veía muchos inconvenien-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz