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Exordio. DEL MENOSPRECIO PROPIO Be ati nauperes spiritu (m a.th 5-3). Realmente es difí.cil exigi·r a un hombre, aunque sea re·Jigioso, e l menosprecio de si mis– mo. Eso es odiarse a sí mismo y e·l amor co– mi·enza por sí mismo ... En efecto, es difíól; pero San Agustí-n nos habla de un amor-odio - y de un odio-amor. - Si bene oderis tune amasti , ·et s i maJe ama– beris tune odisti . . . La doctrina del aprecio propio no solamente es orgu:llo, ·sino que convierte a·J hombre en víc– tima de van idades. Necesitamos espejamos en nuestro inte rior. El que vive de complacencias propias vive en .Ja periferia . . . Despreciarse es conocerse . . • La muerte espritual no es otra cosa que este menosprecio de sí mismo de q·ue me voy a ocupar en esta exposición. Discurso: No quiere decir que perdamos la fama, o nos hagamos infames, pues d ice el Espíritu Santo que la fama es de .Jos bienes más ricos . .. y además tenemos obligación de conservarla sobre todo, para el ministerio público. El hom– bre animal que no forma sus conceptos de e:Je– mentos sobrenaturales procede POf' opinión que

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