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-56- an gust ias. le ccnjuró po r Cristo que si tenía algu– na culpa no bien purificada, se ·lo dijiese, como a sacerdot·e del Altísimo. Creía Gandulfo que es– taba afligido por algunos recuerdos pasados. El moribundo al fin habló: Gracias Padre, con tus oraciones me has salvado del fuego del infiemo y de "las torturas presente. Por grande incuria mía ciertos pecados he omitido en •la confesión; por eso fui entregado a este tormento d~l demo– ni, que me hacía mudo, y si tu con tu oración no hubieras abierto el camino, para siempre se– ría condenado. Se confesó y murió plácidamen– te . .. No siempre hay un santo como Gandulfo a fa cabecera de un moribundo. Pero no acaba aquí la historia: Gandulfo tomó otro compañe– ro que según refiere Waddingo (I-V tomo, pá– gina 167) era nada semejante a él ... oculis vagum, aspectu in mulieres proclivem, verbis in– cautum. . . etc. Gandulfo trataba de corregi·rlo, p~ro en vano. Al fin profetizó que si se mante– nía en aauel modo moriría mal. . . Así fué. M!.lerto eÍ santo varón, su compeñero se dejó 11-::v:::- de las pasiones, de jó el hábito y •en Ma– sen;¡ se ahorcó . .. Duo erunt in agro, unus as– St!mctur alter reliquetur". Dos compañeros de un s'!nto ... ¡A ·cuántas reflexiones se presta esto! Por tanto : vígifate et orate. Hay que vi– g;lar los sentidos y los afectos . . . Vigílate et ont~ ut n :n intretis in tentationem... Velad •po– niendo una gerarqu ía de altos valores en la mor– tificación de ~kls s entidos puertas del alma . .. Velad por que no somos de natura·leza privi'le– giada o angélica ; e stamos sujetos a todas !as tentaciones, o todas las caídas que los demás hombres. . . Sólo ·la vi'(ilancia sobre nuestros sentidos y nuestros deber:8s nos pod•rá defende.r.

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