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-32- trem omnipotentem". . . Pues si ·en tan emi– nentes hombres hubo tales cosas ¿·quién se ex– trañará de lo que ocurra entre nosotros? Por eso a·rmarse de paciencia, pero no extrañarse. La frag·ua de la santidad y el yunque de la fir– meza es 1a contradicción; y a veces la domésti– ca es la más diJI"a. • J. C. está presente al martirio y dk:e: Pa– tiemti-am nabe et omnia reddam tibi. . . ¿Qué nos dará? La corona. Patientia opus perfectum habet. No estará demás recorda·r a este respec– to ,fa bel·la historieta de la "perfecta alegría" que sabemos todos de memoria j ay! acaso na– da más que de memor·ia! Era preciso pone~la en obra ... . .Hay qui·enes son largos en exigi·r humildad y paciencia, y excesivamente cortos en procura·r– ia. Mas nosotros pongamos •los ojos en el cielo y los 1labios en ·la cruz. Toda las cosas tienen su hora de solución. . . Para todo dolor llega su punto consolador. •Espe~emos; !Sepamos esperar ... La mudez del padecimiento es elocuent·e, es santa. . . La mudez del que sufre tiene elocuencia divina. Mira ·al cie·lo mientras te falta ·el apoyo de -la tierra. Hermano José, dijo un fraj,(e, a S. José Cu– pertino: qué hermoso es el cielo! Y José se ilu– minó y se arrebató y de un vuelo se posó de rodiHas en •la •rama cimera de un olivo ... . Sí, hermoso es el cielo. "Merces tua magna nimis. Beati qui persequtionem patiuntur prop– ter justitiam quoniam ipsorum est re&nvni coe– loruJn.

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